¿Cómo puedo saber si tengo pensamientos intrusivos?

Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las personas que sufren de ansiedad y/o depresión es la invasión e intromisión de esos pensamientos recurrentes y en su mayoría automáticos que invaden a la persona.

Este tipo de pensamientos se caracterizan por ser negativos, catastrofistas, intrusivos y cargados de emociones nocivas, como el miedo, la rabia, la tristeza, la incertidumbre, etc.

En terapia me encuentro con muchas personas que conviven con este tipo de pensamientos sin ser conscientes, ya que lo han normalizado y los han introducido en su día a día y en su diálogo interno, dándoles poder y credibilidad.

Las personas que se ven afectadas por este tipo de auto mensajes en su diálogo interno llegan a interiorizarlos, provocando que su cuerpo y su mente reaccionen como si realmente fuese a ocurrir o estuviese ocurriendo lo que imaginan.

Estos son algunos ejemplos de pensamientos distorsionados e intrusivos:

 «No valgo para nada»

“Debería haberlo hecho de otra manera”

“¿Y si…?”

“Todo me sale mal”

“Soy mala persona por pensar así”

“Va a pasarme algo malo”

 

¿Cómo podemos luchar contra ellos?

La clave está en refutarlos.

La persona ha normalizado tanto este tipo de pensamientos que los ha introducido en su vida como válidos y poderosos y no los pone en duda.

Lo primero que siempre digo en terapia es que tenemos que quitarles credibilidad.

Estas son algunas de las frases que nos podemos repetir para contradecir este tipo de pensamientos distorsionados:

“¿En qué me baso para creer que realmente esto que estoy imaginando va a ocurrir?”

“¿Qué probabilidades reales hay de que esto que me estoy diciendo sea así?”

“¿Cuantas veces se han cumplido los pensamientos catastrofistas y negativos que he imaginado?”

“¿Tengo pruebas de que esto que estoy pensando sea realmente así?”

Dato curioso para entender el mecanismo de nuestro cerebro:

Otra de las claves para hacer entender a mis pacientes lo perjudiciales que pueden llegar a ser estos pensamientos es explicarles el mecanismo que se activa en el cerebro a causa de ellos y cómo pueden desencadenar en estrés y ansiedad.

Cuando imaginamos que algo puede ocurrir, y estos pensamientos no tienen fundamentos, suelen ser negativos y catastrofistas y nos atacan constantemente, nuestro cerebro no distingue si lo que estamos pensando es real o solo imaginario.

Por ello, se activa en nuestro cerebro una hormona, el cortisol, generándonos un estado de ansiedad y estrés como mecanismo de defensa ante lo que estamos imaginando que puede pasar.

De todo lo que solemos imaginar, es muy bajo el porcentaje de lo que realmente luego llega a ocurrir, pero nuestro cuerpo y nuestra mente ya se han puesto en alerta ante la amenaza de peligro que estamos imaginando.

Consecuencias del miedo irracional en base a lo que imaginamos:

Todo ello produce un desgaste tanto físico como mental que los pacientes ven reflejados a modo de ansiedad, taquicardias, sensación de fatiga y cansancio, tensión muscular, etc.

Es clave entender este proceso de activación para que la persona sea consciente de las consecuencias negativas que conllevan estos pensamientos distorsionados y así empiecen a contradecirlos, refutarlos y quitarles veracidad.

No hay que normalizarlos, ni aprender a convivir con ellos, hay que verlos como lo que son, pensamientos intrusivos que perjudican nuestro día a día, nos invaden de manera automática y nos preparan para algo que casi nunca llega a ocurrir.

Nunca es tarde para corregir los pensamientos distorsionados:

Cambiarlos por pensamientos más realistas, basados en hechos, en realidades, y no en lo que pensamos de manera catastrofista que puede llegar a ocurrir, junto con las frases que he expuesto anteriormente, son la manera más eficaz de combatirlos.